En 2022, gasto social en Italia ha alcanzado altitud 157 mil millones, registrando un verdadero auge durante la década (+126% desde 2012). Esto es lo que subraya el último. Informe sobre el presupuesto del sistema italiano de seguridad social editado por el Centro de Estudios e Investigaciones de Itinerarios de la Seguridad Social, presentado hace unos días a la Cámara, de donde se desprende que sigue siendo ten general estable sin embargo gasto en prestaciones de seguridad social (incluidas las prestaciones de invalidez, vejez y supervivencia), que representa el 12,97% del PIB, una reducción respecto al 13,42% del año anterior.

Por lo tanto, el informe vuelve a llamar la atención sobre la necesidad de seguridad y asistencia social separadas, conteniendo este último más.

“Un ejercicio de cálculo – comentó Alberto Brambilla, Presidente del Centro de Estudios e Investigaciones de Itinerarios de la Seguridad Socialdurante el acto de presentación – todo menos estéril si consideramos que la determinación correcta de estos datos es fundamental para evitar que sobreestimaciones excesivas convenzan a Europa de imponer recortes en las pensiones que, como lo demuestran estas cifras, representan en cambio un gasto en general bajo control”.

Los principales números de la investigación.

En 2022 – leemos en el informe – Italia ha asignado en total a pensiones, asistencia sanitaria y asistencia 559.513 millones de euros, con un aumento del 6,2% respecto al año anterior (32.656 millones): el gasto en servicios sociales absorbió más de la mitad del gasto público total, el 51,65 por ciento.

En comparación con 2012, y por tanto más de una década, El gasto en bienestar aumentó hasta 127.500 millones de dólares estructurales. (+29,4%); aumento atribuible sobre todo a los costes sociales soportados por los impuestos generales, que crecieron un 126,3% frente a “sólo” 37 mil millones de gasto en seguridad social (+17%) y el 18% de nuestro PIB.

Mariangela Tessa | Wall Street Italia

La tendencia de la seguridad social obligatoria

Buenas noticias en el frente de las contribuciones. Tras el desplome por la COVID-19, los ingresos contributivos volvieron a crecer y también para 2022, aumentando un 8% respecto a 2021, hasta alcanzar los 224.940 millones de euros, un valor sensiblemente superior al prepandemia.

En consecuencia, el saldo (negativo) entre ingresos y gastos también disminuye, ascendiendo a aproximadamente 22,64 mil millones: por el lado déficit del sistema de pensiones Sobre todo, sigue pesando mucho el déficit en la gestión de los empleados públicos.

Sin embargo, existen cuatro gestiones obligatorias del INPS con saldo positivo:

  • el empleados cque, netas de las direcciones especiales luego fusionadas en el FPLD, presentan activos de 17.715 millones de euros frente a 11.500 millones en 2021; los comerciantes, que duplicaron su saldo positivo (de 654 a 1.317 millones de euros);
  • el trabajadores del entretenimiento la ex ENPALS, con 373 millones (288 en 2021);
  • gestión separada de trabajadores parasubordinados: ccon un saldo que pasa de 7.700 a 8.477 millones;
  • fondos privatizados para autónomos con un saldo de la seguridad social que asciende a 4.259 millones de euros (+15,35% en 2021).

Seguridad social, el sistema es sostenible

En general, el informe destaca la sostenibilidad del sistema de seguridad social lo subraya. Gracias a una recuperación del empleo, aunque lejos de los niveles europeos – se lee en el informe – la ratio activos/pensionistas sigue mejorando, indicador fundamental de la estabilidad de la seguridad social italiana: en 2022 el valor se sitúa en 1,4443. El “umbral de semiseguridad” de 1,5 todavía está lejos pero, en general, el sistema se mantiene y seguirá haciéndolo, siempre que seamos capaces de tomar -en un país que envejece- opciones prudentes en materia de políticas activas de empleo, pagos anticipados y edad de retiro.

“Queriendo sacar algunas conclusiones iniciales, el sistema es sostenible hoy y también lo será dentro de 10 a 15 años, en 2035/40, cuando la mayoría de baby boomers Los nacidos entre la posguerra y 1980 -muy importantes en materia de seguridad social por su gran número- se habrán jubilado”, explicó brambilla, precisando que para mantener este sutil equilibrio, será imprescindible intervenir de manera estable y duradera, teniendo en cuenta algunos principios fundamentales:

  1. el edad de retiroactualmente entre las más bajas de Europa (alrededor de 63 años es la edad efectiva para dejar el trabajo en Italia a pesar de tener una esperanza de vida de las más altas del mundo), y que, por lo tanto, deberá aumentar gradualmente, evitando el uso de anticipos excesivos;
  2. el envejecimiento activo de los trabajadores, mediante medidas destinadas a fomentar una retención adecuada del empleo para los grupos de mayor edad sénior de la población;
  3. políticas laborales activas, Esto debe lograrse también de la mano de una intensificación de la formación profesional. en el trabajo;
  4. prevención, entendida en un sentido más amplio como la capacidad de planificar una vejez saludable

“En resumen – concluye Brambilla – es útil un serio cambio de dirección desde parte de nuestro país, que actualmente navega de vista, sin brújula, ante la mayor transición demográfica de todos los tiempos, con gran parte del gasto público dirigido a subsidios y bienestar (frenando la posibilidad de crecimiento), cuando en cambio – también ante una deuda pública que pronto podría superar el umbral de los 3 billones de euros – la prioridad necesaria parecería ser una revisión seria de sus modelos productivos y de su mercado laboral”.

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